¿No les ha pasado que se sienten desmotivados y no entienden muy bien para qué hacen lo que hacen? Y que a veces, la reacción externa a ese planteo es: "necesita una tarea más desafiante".
Honestamente, siempre me generó más dudas que certazas el hecho de que la gente hable de "desafíos" cuando hablamos de motivación. ¿Si te digo que la motivación casi siempre es algo mucho más complejo y variado?
Todos somos diferentes y, como consecuencia, nuestras motivaciones también. Y ahí es donde aquellos que tienen la desafiante tarea de liderar personas deben poner su atención. Conocer y entender a cada miembro de nuestro equipo nos permite crear un ambiente de trabajo donde todos puedan sacar lo mejor de sí mismos. ¿Y qué pasa cuando todos están motivados y trabajando a su máximo potencial? Obviamente: las cosas simplemente fluyen y la productividad se dispara.
¿Y cómo podemos comprender estas diferencias en la motivación que nos mueven? Quiero compartirles una teoría interesante que tuve la oportunidad de conocer durante mi tiempo como voluntario en una organización juvenil: la Teoría de la Autodeterminación.
Mientras que las personas se mueven motivadas por la promesa de recompensas externas, como el dinero, premios o el reconocimiento social (conocida como motivación extrínseca), la teoría de la autodeterminación se centra principalmente en fuentes internas de motivación, como la necesidad de adquirir conocimiento o independencia (conocida como motivación intrínseca).
De acuerdo con la teoría de la autodeterminación, las personas necesitan sentir lo siguiente para lograr dicho crecimiento psicológico:
- Competencia: las personas necesitan dominar las tareas y aprender diferentes habilidades.
- Conexión o relación: las personas necesitan experimentar un sentido de pertenencia y apego a otras personas.
- Autonomía: las personas necesitan sentir que controlan sus propios comportamientos y objetivos.
Los autores de esa teoría nos dicen que cuando las personas experimentan estas tres cosas, se vuelven autodeterminados y pueden sentirse intrínsecamente motivados para buscar las cosas que les interesan.
Cuando te apasiona lo que hacés, tu trabajo deja de ser una obligación y se convierte en un placer. Sentís que estás contribuyendo, que estás creciendo, y eso te motiva a seguir adelante. Pero para que eso ocurra, necesitás un ambiente de trabajo que te permita florecer y ahí es donde resulta fundamental asegurarnos de que cada miembro de nuestro equipo tenga la oportunidad de crecer y desarrollarse en un ambiente de respeto y confianza.
Sin embargo, el desafío no termina ahí. En el mundo laboral, la variedad de tareas y roles puede ser abrumadora. No todos estamos hechos para todas las tareas. Si sos programador/a, es posible que disfrutes más hacer backend que frontend. Si sos abogado/a, puede resultarte más interesante el derecho público que el derecho privado (been there). Y eso está perfecto.
Es nuestro deber saber poner en valor las cosas que nos motivan y encontrar los espacios en donde sintamos que nuestros aportes son fundamentales. El autoconocimiento es clave en este aspecto.: al comprender nuestras propias motivaciones, vamos a poder orientar mejor nuestros esfuerzos y buscar oportunidades que se alineen con nuestras pasiones e intereses.
Y sí, ¿quién más se va a preocupar por nuestro propio camino si no somos nosotros mismos? Bueno, también es una responsabilidad quien te lidera valorar esas diferencias, porque cada rol es crucial para el éxito de un equipo.
¿Y cómo un líder podría facilitar ese proceso de encontrar la motivación? ¿Cómo se puede asegurar que se está proporcionando el entorno correcto? Ahí es donde entra en juego la empatía. Es esencial que se ponga mucho empeño en comprender las diferentes necesidades y aspiraciones de los miembros de nuestro equipo. Al hacerlo, vamos a poder ajustar nuestro enfoque y crear un ambiente que nutra y apoye esas necesidades.
Esta combinación de empatía y autoconocimiento es la que permite que empecemos a emprender un verdadero camino de aprendizaje, un ambiente donde cada miembro del equipo tiene la oportunidad de crecer y desarrollarse, tanto a nivel personal como profesional. Y este es, en última instancia, el objetivo final: un equipo motivado es un equipo feliz y productivo.
Pero vamos al mundo de la tecnología, que es lo que me compete. En este campo, las oportunidades para crecer y desarrollarse son prácticamente infinitas y esto puede ser tanto una bendición como una maldición. Por un lado, nos dan una variedad de caminos a seguir, cada uno con sus propios desafíos y recompensas. Pero por otro lado, también pueden llevarnos a sentirnos abrumados y desmotivados.
Entonces, ¿cómo equilibramos estas dos realidades? Ahí es donde entra en juego la cultura de la empresa en la trabajamos. Un ambiente de trabajo horizontal puede ser especialmente beneficioso en este sentido. Al fomentar la comunicación y la colaboración, este tipo de ambiente permite a cada miembro del equipo tener un impacto significativo y moldear su propio camino profesional.
En contraposición, una cultura de trabajo más vertical puede resultar en un camino de crecimiento muy rígido y difícil de ajustar. Esto puede resultar especialmente desmotivante para aquellos que buscan más flexibilidad y autonomía en su trabajo. Por lo tanto, es crucial que seamos completamente conscientes de la cultura de nuestra empresa (o más importante, de la cultura de la empresa en la que soñamos trabajar) y cómo puede tener un impacto directo en nuestra motivación, en nuestro crecimiento profesional y en nuestra vida personal.
Y esto nos lleva de vuelta a nuestro punto de partida: la motivación no se trata sólo de desafíos. Se trata de pasión, de crecimiento, de relación. Se trata de sentirnos valorados y realizados en nuestro trabajo. Y se trata de crear un ambiente que apoye y nutra estas necesidades.
Tomate un segundo para reflexionarlo: pensá cuáles son tus propias motivaciones y en cómo afectan tu enfoque hacia el trabajo y tu vida personal. ¿Te das cuenta de la energía que se genera cuando estás trabajando en algo que te apasiona? ¿Experimentaste esa sensación de bajón cuando te encontrás lidiando con desafíos que simplemente no te interesan?
Espero que este post te haya dado algunas ideas sobre cómo podés conocerte mejor y entender qué te motiva. No tenemos que subestimar cómo la cultura de nuestra sociedad, empresa o entorno puede tener una incidencia directa en nuestra motivación y en el impacto que podemos realizar.
A veces, puede que sientas que estás luchando contra una montaña de desafíos gigante. Pero recordá: no todas las montañas tienen que escalarse. A veces, el camino más motivador puede ser caminar alrededor de ellas, encontrar tu propio sendero, y descubrir que detrás de esa montaña se esconde lo que te apasiona.