Cada tres meses solemos hacer lo mismo: un stakeholder nos pide algo, lo analizamos, lo estimamos, lo planificamos en alguna semana de los próximos meses y cuando llega esa semana, lo ejecutamos. A simple vista, todo parece muy ordenadito y prolijo, pero si también estuviste en este loop capaz alguna vez te pasó que, después de entregar perfectamente cada feature planificada, sentís que realmente no cambió nada para tus usuarios ni para el negocio. Ahí está el gran problema: nos enfocamos mucho en los outputs (funcionalidades) y demasiado poco en outcomes (impacto real).
Mi gran amigo Fede Kotek, la persona que más sabe de estos temas, alguna vez me insistió que lea el libro Outcomes Over Output. Lo que plantea este libro con mucha claridad es: no importa lo impecable que sea una feature técnicamente si no consigue modificar algún comportamiento en el usuario. ¿Qué ganamos con una funcionalidad hermosa y perfecta, como un banner espectacular, si nadie lo usa o, peor aún, genera rechazo en el usuario? Técnicamente cumplimos, pero en la práctica no logramos generar ningún valor real.
En el libro se plantea que la planificación basada en outputs a veces resulta en "guesses, fiction, or lies" (suposiciones, ficción o mentiras). Esto se debe a que, especialmente en el desarrollo de software y otros trabajos con alta incertidumbre, predecir la entrega de una feature específica para una fecha determinada es bastante arriesgado.
Este modelo tradicional también tiene otro problema fuerte: la rigidez. ¿Cuántas veces quisiste ajustar una prioridad a mitad de camino y tuviste que ir hasta la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación para que te apruebe el cambio? En un entorno real, donde constantemente aprendemos cosas nuevas, adaptarnos no debería ser algo negativo, sino al contrario, un signo claro de inteligencia y flexibilidad. Es entendible que los stakeholders a menudo quieren certeza de fechas fijas y un listado de funcionalidades definidas, pero esta expectativa choca con la naturaleza incierta del trabajo y la filosofía ágil de adaptarse y descubrir la mejor manera de lograr un resultado.
Entonces, lo que se plantea es que en lugar de preguntarnos "¿qué vamos a entregar y cuándo?", la planificación basada en outcomes se centre en "¿qué comportamiento del cliente queremos cambiar para impulsar los resultados del negocio?" y "¿cómo sabremos si estamos en lo correcto?". Este enfoque permite más flexibilidad y experimentación para lograr el resultado deseado, en lugar de adherirse rígidamente a una lista de features y fechas.
La gestión basada en outcomes implica establecer hipótesis y medidas de éxito antes de comenzar a ejecutar. Se acuerda una dirección y se revisa el rendimiento durante un período de tiempo. Si el cambio parece funcionar, se buscan otras áreas para trabajar. Si no funciona como se esperaba, se le da mayor prioridad y se intenta de nuevo. Esto sugiere un enfoque iterativo y basado en datos en lugar de estimaciones precisas iniciales.
¿Cómo juega la AI en todo esto?
Si hasta ahora este cambio de mindset parecía complejo, la buena noticia es que la tecnología está de nuestro lado últimamente. Hoy, gracias a la IA, podemos reducir la brecha entre idea y validación, permitiendo que la experimentación sea la norma, no la excepción.
Probablemente habrán escuchado nuevos conceptos como vibe coding o herramientas como Cursor y Windsurf, que nos permiten acelerar drásticamente la construcción y validación de ideas. En lugar de escribir cada línea de código manualmente durante semanas, hoy podemos convertir ideas en código funcional en muy poco tiempo. ¿Y qué ganamos con esto? La capacidad de experimentar más rápido, validar hipótesis en minutos, y equivocarnos rápidamente para aprender aún más rápido.
Este es el verdadero cambio: la IA no solo acelera nuestra forma de hacer las cosas, sino que nos permite descubrir rápidamente qué realmente cambia el comportamiento del usuario. Ya no tenemos que apostar todo a una feature planificada hace meses, cruzando los dedos para que funcione. Ahora, podemos testear constantemente, ajustar sobre la marcha y asegurarnos de que cada paso esté alineado al impacto real que queremos lograr.
Si empezamos a trabajar bajo este paradigma de outcomes, nuestro día a día cambia profundamente: tenemos un norte claro, un objetivo que cumplir y validamos rápidamente hipótesis que nos acerquen a él. ¿Lo que hicimos no nos está acercando a cumplir ese objetivo? No importa, pivoteamos e iteramos. ¿Lo que hicimos nos acercó lo suficientemente al objetivo que teníamos? Genial, invertimos los esfuerzos en otros objetivos del negocio.
No se trata sólo de desarrollar más rápido, sino de equivocarse más rápido, aprender más rápido y evolucionar más rápido. Porque en un mundo donde todo cambia constantemente, la ventaja competitiva no está en entregar más, sino en descubrir antes que nadie lo que realmente importa.
Entonces, la próxima vez que alguien pida una feature, hacé la pregunta mágica de nuestro amigo Fede: "¿Y eso qué métrica mueve?"
¿Vos qué opinás? Dejame tu comentario acá :)
Referencias:
- Outcomes Over Output: Why customer behavior is the key metric for business success - Joshua Seiden
- Outcomes over Outputs - Amazing Outcomes